El Dr. Eduardo Albornoz, quien es Investigador asociado del Centro de Biología Integrativa U. Mayor, está realizando un postdoctorado en la U. de Queensland, donde trabaja en posibles blancos terapéuticos para tratar enfermedades neurodegenerativas como Parkinson y esclerosis lateral amiotrófica. Así, hace unos días fue nombrado entre los cuatro “mejores investigadores de salud emergente” de 2020 en dicho país. A Eduardo Albornoz no le gusta mucho el trato de “Dr.” ni tampoco esa lucha de “egos” a la cual ha debido enfrentarse muchas veces en su carrera como científico. Sin embargo, a sus 36 años y con una trayectoria enfocada a frenar el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas, es un título más que ganado, al punto que hoy es uno de los mejores investigadores de Australia, país donde reside desde que realizó su doctorado en 2014. Hace una semana, el chileno recibió el “Premio de Investigador de Salud emergente de la Fundación Bupa Health 2020”, otorgado sólo a los científicos “más brillantes”, que destaquen por su carrera y el impacto tangible que tiene su trabajo, en la salud de la comunidad. “La ciencia no es fácil, es mucho amor al arte.En este tipo de trabajo tienes que lidiar con muchos episodios de frustración. Yo diría que el 90% de las cosas que uno hace en el laboratorio no resultan, pero hay que perseverar y seguir. Este premio, sin duda, es una motivación a continuar y te das cuenta que vas por el camino correcto”, cuenta Eduardo. Enamorado de la ciencia El investigador, oriundo de Lonquén, comuna de Talagante, inició su carrera cuando ingresó a estudiar Bioquímica a la U. Andrés Bello. Y aunque era su segunda opción después de Medicina, se fue encantando con ella y decidió no cambiarse. “Me fui enamorando de la investigación y de la ciencia en el camino. Para ser sincero, en el colegio no se promovía mucho el ser científico, entonces fue algo que descubrí con el paso del tiempo”, señala. Luego del pregrado, finalizó una maestría en la misma área y trabajó como asistente de investigación en el Instituto Milenio de Inmunología e Inmunoterapia (IMII) en Chile, enfocándose en la neurodegeneración y la respuesta inmune en el contexto de la esclerosis múltiple. Ahí colaboró con investigadores de nivel mundial y empezó a formular la idea de estudiar un doctorado fuera de Chile. Universidad de Queensland: su nueva casa Tras varios meses de análisis sobre dónde ir, en 2014 el científico recibió la beca para estudiantes internacionales destacados en la Universidad de Queensland, Australia, para realizar un doctorado en el Instituto de Biociencias Moleculares (IMB). En ese contexto, afirma que “tuvo suerte”. Esto, porque justo antes de aplicar, el laboratorio en el que realizó su doctorado, validó y publicó en la revista “Nature Medicine” una nueva droga, la MCC950, la cual actúa en el sistema inmune innato, mediante la inhibición del inflamasoma, convirtiéndose en una excelente candidata para detener procesos inflamatorios en el cerebro. Por eso también pusieron atención en su CV y esto terminó convirtiéndose en su proyecto doctoral. "Me ofrecieron probar esta nueva droga en modelos de Parkinson y los resultados fueron impresionantes. No sólo validamos este nuevo objetivo terapéutico en humanos, sino que logramos detener la progresión de la neurodegeneración (muerte de las células) en modelos preclínicos. Esto valida a NLRP3 como un objetivo terapéutico farmacológico para la enfermedad de Parkinson”, explica el chileno. Además, cuenta que identificó un posible biomarcador que podría revolucionar el campo de las enfermedades neurodegenerativas. Este tipo de descubrimientos le han permitido adjudicarse diferentes fondos australianos e internacionales para continuar con las investigaciones, entre ellos uno de la fundación de Michael J Fox. Tras terminar su Ph.D en 2019, continuó sus estudios postdoctorales, en el laboratorio de neuroinflamación de la Escuela de Ciencias Biomédicas de la misma universidad, poniendo el enfoque en probar nuevos fármacos en modelos preclínicos y comprender el papel de la inmunidad innata periférica en las enfermedades neurodegenerativas, incluida la enfermedad de las neuronas motoras (Esclerosis Lateral Amiotrófica), la enfermedad de Huntington y Parkinson. Además, en el contexto de la pandemia, está investigando el rol de las infecciones virales como el SARS-Cov2 en activar procesos inflamatorios en el cerebro, las que podrían desencadenar enfermedades neurodegenerativas como Parkinson. “Mi sueño siempre ha sido que mi trabajo en el laboratorio tenga un impacto global y de alguna forma ser un aporte al conocimiento y a la medicina. Es satisfactorio que el esfuerzo de tantos años empiece a dar frutos. Creo que si las pruebas clínicas son exitosas, podríamos cambiar la historia de las enfermedades neurodegenerativas y ayudar a muchas personas que sufren de estas enfermedades invalidantes, para que tengan una mejor calidad de vida”, expresa. Cómo llegó a la U. Mayor La Dr. Paola Murgas del CIB U. Mayor (quien aparece en la foto), contactó a Eduardo tras leer un artículo de su trabajo en la revista Heureka. Así fue como se conocieron y cuando la investigadora viajó a Australia generaron lazos entre ambas universidades. Esto incluyó la firma de un convenio que les permite trabajar y publicar en conjunto, además de realizar intercambios. “Esta experiencia ha sido genial. A mi siempre me quedaba esa sensación amarga de no poder aportar a mi país estando tan lejos. Pero gracias a este vínculo con la U. Mayor, encontré la forma de retribuir a Chile desde la distancia”, precisa Albornoz. Y aunque el científico reconoce que no ha sido fácil estar lejos de su familia, y que lamenta haberse perdido el nacimiento de su primera sobrina, no planea volver a Chile. Hoy, con residencia australiana, ya comenzó a armar una vida junto a su pareja brasileña desde el otro lado del mundo, desde donde continuará con su trabajo investigativo para cambiar el rumbo de este tipo de enfermedades. Fuente: https://www.diariomayor.cl/cie...
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