La frenética batalla que dieron los laboratorios a nivel mundial para dar con una vacuna que permita controlar la pandemia, no ha sido el único trabajo del mundo científico. Especialmente en nuestro país, el covid-19 ha motivado la generación de iniciativas que demuestran que en Chile es posible hacer ciencia y de calidad. De esta forma, surgieron iniciativas tan variadas como novedosas, como por ejemplo, test para detectar el covid-19 y estudios de movilidad para monitorear las medidas de confinamiento. En este sentido, las universidades han debido tomar un rol protagónico en investigar y generar soluciones científicas a la pandemia, dado que la pandemia no sólo tiene que ver con el SARS-CoV-2, sino con todas las implicancias médicas y sociales que rodean esta enfermedad. Tal como lo destaca Leonardo Basso, director del Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), “creo que en el mediano plazo, cuando uno mire en retrospectiva lo que ha pasado, se va a encontrar con el papel fundamental de la ciencia ante lo que es un cataclismo”. “Cuando miremos hacia atrás en retrospectiva, vamos a darnos cuenta que la ciencia estaba, junto con las personas, en el frente de batalla y yo creo que vamos a entender bien que un país que invierte en ciencia, es un país que está mejor preparado para desarrollarse”, resalta. Por ahora, desde el Gobierno se ha dispuesto la entrega de fondos a través del Ministerio de Ciencias junto a la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo, para apoyar proyectos de distinta índole durante un año por hasta $90 millones. Sin embargo, algunas casas de estudios superiores avanzaron por cuenta propia e incluso otros variaron sus proyectos para enfocarlos en ayudar desde la ciencia a enfrentar el covid-19. Si bien hay algunos estudios directamente relacionados con la enfermedad y sus efectos, como el estudio que realizó el Departamento de Kinesiología de la Universidad de Chile sobre las secuelas en su función pulmonar, otros apuntan al desarrollo de tecnologías para detectar el contagio. Test rápido con saliva Este es el caso del test RT-LAMP colorimétrico (cLAMP), al que llamaron Zerocov, que permite tomar muestras de saliva y obtener el resultado en una hora, logrando una detección temprana y oportuna. Se trata de un sistema experimental de testeo rápido de covid-19, ideado por investigadores de la Universidad Mayor, junto al Centro de Biología Integrativa (CIB) y Genoma Mayor SpA. Según el director del CIB, Felipe Court, al inicio de la pandemia quedó en evidencia que se iban a generar problemas de diagnóstico, por la falta de capacidades para hacer el diagnóstico formal con el PCR, que implicaban equipamientos y reactivos muy especializados, en gran parte del mundo. Y si bien en un principio el objetivo fue realizar un test de diagnóstico rápido para permitir el regreso de los equipos de investigación, básicamente para volver a trabajar en estudios científicos, para generar un círculo virtuoso para mantener la investigación durante la pandemia, que es tan necesaria para poder generar cosas positivas desde la ciencia en este tema. De esta forma, finalmente lograron montar y estandarizar un test que se ha utilizado por bastante tiempo para diagnóstico rápido, que se ocupa en lugares remotos como el Amazonas o en África, donde es difícil llevar un equipamiento especializado. De acuerdo a Court, la gracia que tiene este test es que no requiere un equipamiento especial y no es tan invasivo, ya que es a partir de una pequeña muestra de saliva, donde se busca la presencia de virus, a diferencia de otros exámenes serológicos de la sangre, que ven presencia de anticuerpos. El test se demora máximo dos horas en todo el procedimiento, la muestra se procesa en un laboratorio y es colorimétrico, es decir, cambia de color al detectar el virus. De esta forma, comenzaron a utilizar el test entre los profesionales que trabajan en el área de investigación, dos veces a la semana. Esto, porque cuando una persona se contagia, tiene un tiempo que es positivo para el PCR pero sin capacidad de infectar a otras personas, que es de 3 a 5 días. Entonces, si se testea cada 4 o 5 días, se puede detectar a una persona que está positiva pero que aún no es contagiante. Luego de su implementación en los laboratorios, el test comenzó a ser utilizado con ciertos estudiantes que tenían actividades en terreno. Y actualmente la universidad trabaja con el Servicio de Salud Metropolitano Norte para poder incorporarlo como Salud Pública. “Nuestro primer objetivo eran los estudiantes en la universidad, y buscamos cómo implementar test rápidos que pudiéramos hacerlo de forma frecuente que no fueran invasivos. Buscamos diferentes formas de diagnósticos y encontramos estos test de diagnóstico que no ocupan equipamiento especial, se pueden hacer en el lugar, se han utilizado en diagnóstico de otras infecciones en el mundo, y lo implementamos y permite básicamente hacer diagnóstico a partir de saliva en cualquier lugar”, detalla Court a BioBioChile. “Como segundo objetivo lo que queríamos era poder testear bien en nosotros hasta que pudiéramos estar seguros que podía ser implementado en otros grupos y estamos interesados en que sea implementado en la salud pública y por eso estamos trabajando con el Servicio Metropolitano de Salud”, agrega el experto. Respecto a las ventajas, el director del Centro de Biología Integrativa, destaca la rapidez para obtener resultados y que no es invasivo, dado que no utiliza el molesto hisopado nasofaríngeo. Pero quizá uno de sus mayores beneficios es que comparativamente, este test puede llegar a costar cinco veces menos que el PCR que se utiliza generalmente. Esto, por consiguiente, permite hacer una mayor cantidad de test durante un tiempo definido, sobre todo pensando en personas que constantemente deben estar sometiéndose al examen. Algoritmos para detectar el covid-19 Otra de las iniciativas que han destacado ha sido a startup eHealth Care, ideado por Sabrina Sepúlveda, académica de la Universidad Mayor y desarrolladora en salud digital, junto a un equipo multidisciplinario que incluye a profesionales de la salud -como enfermeras y tecnólogas médicas-, desarrolladores de software e ingenieros. Según explica la científica a BBCL, este proyecto nació como una derivación de una idea inicial con un algoritmo de categorización de urgencias en los centros de salud, que se le denomina triage, proyecto con el cual se adjudicaron un fondo Corfo. El proyecto estaba en una fase muy avanzada y sólo restaba hacer su validación clínica, donde tenían que comparar el categorizador automatizado de urgencia, con el procedimiento habitual que se realiza al ingresar a un centro asistencial, que actualmente lo realiza una enfermera con un tens, llenando un formulario de papel con los datos. Sin embargo, ante la contigencia, le dieron una vuelta al proyecto y generaron un segundo algoritmo utilizando la base de datos de la OMS, donde estaban todos los síntomas que presentaban los pacientes covid, y que los propios usuarios debían completar en una pantalla. Pero dado que no era algo tan distinto a otras aplicaciones que ya se utilizan, decidieron agregar una propuesta de valor a su proyecto. “Nuestra propuesta de valor fue medir cuatro signos vitales, no solamente uno que es lo que se utiliza actualmente en donde le miden a uno la temperatura con termómetros infrarrojos, con cámaras térmicas. Porque las investigaciones estaban indicando que los pacientes covid tenían la saturación de oxígeno y la frecuencia cardiaca alterada”, explica Sabrina Sepúlveda. “Entonces nosotros dijimos hagamos un instrumento mucho más elegante para decirle al paciente si tiene o no la infección y medimos estos cuatro signos vitales a través de un sensory y este sensor tenía que tener la propiedad de ser portable, inalámbrico, que midiera todo en uno, no fueran varios aparatos conectados, porque iba a ser más engorroso, así que lo logramos hacer con un sensor y con eso medimos cuatros signos vitales”, nos cuenta. De esta forma, el paciente hace su admisión con el RUT, después de cliquea los síntomas que presenta y después mide sus cuatro signos vitales: temperatura, saturación de oxígeno, presión arterial y frecuencia cardíaca. “Utilizamos el iomed, que es el internet de las cosas médicas, haciendo coordinar estos dispositivos médicos con la aplicación, con el algoritmo, con las bases de datos. Y finalmente, el algoritmo junta la información que declaró el paciente, que incluyen seis preguntas del historial médico del paciente, como si declara una enfermedad crónica, como obesidad, diabetes, hipertensión, cruzamos esa información, los síntomas que declaró el paciente, si es que tenía dolor muscular, perdió el olfato, y entonces el algoritmo triangula toda esa información y le dice tiene o no probabilidad de tener la infección”, señala la científica. “Nos dimos cuenta que al probarlo, en un 85% de confianza, el algoritmo era un muy buen predictor si tenía o no la infección. Los pacientes que se hacían esta autoevaluación, se hacían el PCR y daban positivo, había una concordancia en esos dos test”, destaca. Un startup de esta características tiene un potencial pensando en desestresar el sistema hospitalario y ahorrar tiempo en las atenciones, por lo que apuntaron al sistema público de urgencia, como Cesfam, los SAR, Sapus, sin embargo se encontraron con mucha resistencia. “Nosotros vimos cómo lo hacían y era un papel que no tiene un duplicado que se lo llevó el paciente y ahí están las preguntas del triage de covid, que sólo medía la temperatura”, apunta, agregando eso sí que poco a poco han ido ganándose la aceptación en el ámbito de la salud. Aunque, por su potencial, incluso el aparato ha sido adquirido para su uso en otras áreas, como la industria hotelera. “En la hotelería, sobre todo los inmersos en la naturaleza que están lejos de centros de salud, lo pueden tener ahí como herramienta de consulta si un pasajero no se siente bien”, destaca. “Nos falta tratar de entrar en conversaciones con el aeropuerto, que sólo mide la temperatura con el infrarrojo y responder preguntas. Ellos podrían utilizar nuestro sistema, que es una aplicación en una tablet o un celular y el sensor es pequeño, la mitad del tamaño de un iPhone”, resalta Sepúlveda. De todas maneras, la experta reconoce la relevancia que ha tomado hacer investigación, especialmente en este contexto de pandemia, pero que también ha quedado en evidencia la contradicción por parte de las autoridades, por ejemplo, al recortar presupuestos para ciencia. “A lo mejor hay una inconsistencia, porque uno ve por una parte que muchos emprendedores lanzaron servicios y productos que sirvieron como el caso de los ventiladores mecánicos, pero por otro lado vemos que hay una reducción en el presupuesto de investigación y en el número de becas que se van a entregar en 2021, entonces ahí uno siente por qué está ocurriendo esto cuando uno vio que los científicos y también los innovadores y los emprendedores se pusieron y por qué les están reduciendo el presupuesto”, cuestiona. La movilidad En línea con lo relacionado con los algoritmos, también uno de los aportes importantes en materia de avances tecnológicos, ha sido el seguimiento a la movilidad en las comunas bajo confinamiento, realizado por el Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI). De hecho, hace unas semanas el ISCI, en alianza con Entel y Entel Ocean, lanzó un nuevo visor de movilidad interactivo, de acceso gratuito y online, que muestra la evolución de movilidad de cada región y comuna del país durante la pandemia. Esta herramienta permite observar la variación de movimiento de cada comuna, comparado como referencia las primeras dos semanas de marzo del 2020, entendiendo movimiento como salidas fuera los domicilios en horario laboral. Según Leonardo Basso, director de ISCI, señala que “quisimos facilitar aún más el uso y visualización de los datos de movilidad, de modo de que las diferentes autoridades y el público general no tuviesen que esperar que construyéramos un determinado gráfico o reporte. Para ello, el equipo ISCI desarrolló este visor de movilidad que permite observar todas las comunas y regiones, con información desde marzo, y con gráficos completamente customizables y descargables”. ¿Cómo opera? El visor de movilidad permite construir y descargar gráficos según comunas. Al seleccionar una región, el gráfico desplegará las comunas más importantes y los principales eventos asociados a ellas, como por ejemplo, la implementación de cordones sanitarios durante el transcurso de la pandemia, o etapas del Plan Paso a Paso a nivel regional. La metodología consiste en determinar el flujo desde cada zona “hogar” -donde las personas se encuentran frecuentemente en horarios de pernoctación- hacia otras zonas, durante horarios de trabajo, para cada día laboral en días de semana. Estos flujos pueden ocurrir dentro de la misma comuna o hacia otras comunas fuera de la zona hogar, los que son interpretados como movimientos asociados a actividades principalmente laborales. Al respecto, Basso detalla que la idea de medir la movilidad surgió en marzo cuando recién comenzaban a tomarse las primeras medidas de confinamiento, para lo cual pensaron en analizar grupos de teléfonos que se conectan a las diferentes antenas de telecomunicaciones en el país, y de esa manera saber cuando se desplazan fuera de lo que es su residencia. “Estos datos requieren mucho procesamiento, son datos complicados, son datos grandes, se requiere capacidad de procesamiento y se requiere innovación para llegar a tener datos que puedan ser utilizables, entonces está bien que lo hagamos nosotros, tenemos la capacidad analítica y el tiempo, y lo disponibilizamos tanto en nuestra plataforma, como en la plataforma del Ministerio de Ciencias donde ha estado desde el principio”, detalla. “Hay información que uno tenía ciertas conjeturas de lo que podía pasar y los reportes de movilidad nos dieron un barniz de realidad súper importante, a modo de ejemplo, cuando muchos sostenían que era imprescindible hacer una cuarentena, lo que ocurría en la práctica es que en el peor momento de la crisis, en mayo, junio, julio, nunca alcanzamos una reducción de movilidad de más del 35%, es decir, 6 ó 7 de los viajes que se realizaban antes de la pandemia, se seguían realizando aún cuando la región Metropolitana estaba en cuarentena total”, agrega Basso. “Por ejemplo, nosotros pudimos distinguir que las comunas más periféricas en cada región y las comunas más pobres en cada región, tenían una mucho mayor dificultad para cumplir las cuarentenas, que las comunas más ricas. Verificamos que gran parte de ese movimiento no ocurría hacia los centros de las ciudades, sino que ocurrían hacia las ferias libres, lo que hablaba de problemas de precariedad y por lo tanto necesidad de apoyo económico directo”, explica el experto. “Cuando uno superponía la información de movilidad con respecto a la información por ejemplo de penetración de acceso a internet, entonces también se encontraba que posiblemente había un problema de cuánto la gente puede y saber hacer en línea con respecto a no poder hacerlo. Eso fue información que fue siendo relevante y sigue siéndolo. Nosotros mostramos que a fines de agosto cuando todavía había 26 comunas de la región metropolitana en cuarentena, la movilidad en la región metropolitana era superior a fines de marzo antes que hubiera cuarentena alguna, cuando la gente se quedaba en la casa sólo por medida precautoria”, indica el director del ISCI. “Entonces es información útil, primero para observar, para poder tomar medidas sanitarias y para poder pasar a la fase siguiente de contención, que es testear de manera inteligente”, añade. Respecto a cómo ha evolucionado la captura de los datos y la forma en la cual se ha ido adaptando en la medida que se ha ido comportando la pandemia, Basso reconoce que los científicos “hemos ido aprendiendo, hemos ido descubriendo qué es lo que es más relevante, y nosotros pasamos de escribir reportes con gráficos y tablas que nosotros creíamos relevantes, a automatizarlo todo porque muchas veces hay autoridades locales, regionales, que quieren ver otras cosas que nosotros a veces no analizamos y que mirarlos en los datos crudos puede ser súper complejo”. Fuente: https://www.biobiochile.cl/not...
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